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lunes, 27 de mayo de 2013

ANSIEDAD, MI EXTRAÑA AMIGA




Por: Andrés Elías
Síguelo en Twitter: @andreseliascom

Si usted está pasando por un momento de depresión, ansiedad y pánico, le traigo buenas noticias, casi todos los seres humanos de éxito tienen una historia que contar sobre emociones dominadas y miedos superados, si se siente listo para escuchar mi historia, póngase cómodo.

Sufro de ansiedad y me identifico con usted. La primera vez que la padecí de forma intensa fue a la edad de 18 años, era un joven que no sufría de problemas graves de adicciones. La primera gran crisis fue en un bus, sin previo aviso mi visión se volvió borrosa, mis manos sudaban temblorosamente , mi corazón palpitaba con extraña fuerza, caí preso de la desesperación, mi vitalidad se diluía entre el sudor y el pánico, la muerte me agarraba en un bus.

La ansiedad es un mal común, casi todos en menor o mayor medida la poseemos, en determinadas ocasiones y en determinadas personalidades se sale de control. Las crisis se desencadenan cuando quien posee el cuadro es incapaz de manejar las circunstancias adversas que lo detonan. El umbral de tolerancia de una persona que sufre depresión es más bajo que los problemas que tiene, por ello las circunstancias lo sobrepasan.

Las reacciones desproporcionadas a esa incapacidad se desencadenan en crisis de pánico.  Normalmente las personas con crisis de pánico desarrollan síntomas tales como: taquicardia, opresión en el pecho, temblores, sudor, mareo, temor a perder el control y enloquecer.

Segundo Aviso


Del primer ataque al segundo ataque pasaron meses, había regresado recientemente de vivir en EEUU y conmigo vino el documental “faces of the death”; encerrado en mi cuarto procuraba verlo cuando una extraña aprehensión me obligó apagar la televisión, lo siguiente que recuerdo fue haberme echado a la cama, cerrar los ojos y rogar para que esa sensación tan horrible pasara pronto. No podía identificar esas emociones que estaba viviendo, confundido, mi malestar avanzó al siguiente nivel.

Luego de los primeros episodios no tuve más remedio que pasar por especialistas, mi primera parada fue el médico interno, luego el otorrinolaringólogo, luego el oculista y por último el cardiólogo, unánimemente todos describieron mi cuadro como ansiedad. Al mismo tiempo me recomendaron visitar un doctor especializado en estos trámites, desafortunadamente se vincula al psiquiatra con desordenes mentales por eso debo hacer todo un ritual para anunciar que visité un siquiatra.

El Dr. especialista en la ansiedad me recetó ansiolíticos, que mejoraron mi estado por algunos meses, en la visita de rutina que debía asistir, el doctor fue deshabituándome de los medicamentos y al poco tiempo quede libre de doctor y fármacos.

Estuve ocho años sin necesitar ningún medicamento, durante esos años aprendía a dominar mis emociones, a mantener diálogos internos sanos y constructivos, desarrollé la introspección y la reflexión personal. Aprendí cuales son mis principales limitaciones y mis responsabilidades prioritarias. Recuperaba la fuerza y el entusiasmo, y eso ya era suficiente.

Tercera llamada

Una Navidad sentí mareos, despersonalización, opresión y una sensación inminente de que iba a morir, ese día pasé en el Hospital. A raíz de estos episodios, sufrí ataques de pánicos y ansiedad dentro de bares, mientras manejaba, en mi hogar al caer la noche, luego de actividad física, etc.

Sé lo que es visitar diversos profesionales de la salud, desde los mejores siquiatras hasta los mejores médicos especialistas en medicina alternativa, conozco lo que es encerrarse en casa alejado del entorno durante largas temporadas en total oscuridad, se de los largos tratamientos, los sueros, el biomagnetismo, el Yoga y la meditación, puedo decir que lo he probado casi todo. Nada de aquello ha venido en mi auxilio en mis peores crisis.

Una noche antes de llamar a la ambulancia, en estado catatónico, abracé un cuadro de la Virgen pues soy creyente y el siguiente recuerdo que tengo es levantarme abrazando la imagen, a raíz de ese episodio me volví practicante de cierta ascética espiritual católica que me ha permitido dominar mis emociones y sanar mi problema de fondo: El miedo.

Con Dios perdí el miedo y Ahora vivo sin pastillas.

Pero si quiere saber que me ayudo realmente:

Aprendí a lidiar con mi condición y eso implicaba aceptarme, esta nueva forma de ver las cosas requiere enfrentarse a las nuevas realidades sin hacerse ilusiones, evaluando los propios puntos fuertes y flacos con una mirada clara y decidida.

Para alcanzar superar cualquier adicción, tendrás que convertirte en el cambio que buscas, adoptar y encarnar el cambio de una manera tan convincente que tu ejemplo inspire a más personas a querer unirse a ti para cambiar el mundo.

Pero aún subsiste la ansiedad y mi reto es dominarla, superarla y relajarme. No me temo la vida tan en chiste como para ser irresponsable, ni tan en serio como para ser severo conmigo mismo, con ustedes, ansiedad: mi cruel y extraña amiga.

Andrés Elías

La próxima semana: La parte 2

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